El estrés tiene una función positiva, ya que esta respuesta del organismo ayuda al ser humano a prepararse para un cambio. Pero también puede volverse un factor negativo, cuando es constante en la rutina. Y, en ese caso, afecta a la calidad de vida de quien experimenta los efectos que produce esta tensión: cansancio, dificultades para mantener la concentración, pensamiento negativo y preocupación recurrente.
Cuando este factor se mantiene a lo largo del tiempo, también puede producir ansiedad. Y, cuando una persona está estresada, tiene dificultades para atender todos los asuntos de su día a día. Este estado de ánimo influye en nuestra motivación y en nuestra productividad.
¿Cuáles son los síntomas del estrés?
Es posible experimentar algún tipo de molestia corporal que tiene su origen en esta tensión emocional. No olvidemos que el dolor de espalda puede estar provocado por esta situación. A continuación, añadimos otros factores: los cambios de humor, las dificultades para dormir bien y la sensación de estar constantemente desbordado por asuntos pendientes. En ocasiones, se produce una visión en túnel. En ese caso, observamos la realidad de manera reduccionista. El objeto de la preocupación, aquel que se percibe como una posible amenaza, centra la atención del sujeto.
Cómo saber gestionar el estrés
En primer lugar, es fundamental incorporar momentos de descanso y desconexión en el día a día. Este descanso es esencial para no vincular la rutina con la ocupación constante. Además, es importante respirar de forma consciente para alimentar la calma y la relajación. Debemos utilizar aquellos recursos y herramientas que nos ayuden a estar mejor. Por ejemplo, caminar, escribir un diario, practicar la atención plena, escuchar música relajante, hablar sobre el motivo de la preocupación con una persona de confianza o visualizar un momento feliz.
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Tipos de estrés
Esta tensión no tiene una única forma de manifestarse, sino que existen distintos ejemplos. El crónico es aquel que se presenta como constante y recurrente en la vida del afectado. El agudo está vinculado a una circunstancia concreta. Por ejemplo, a una o varias dificultades. El positivo es aquel que recibe el nombre de eustrés. Cuando salimos fuera de nuestra zona de confort, crecemos y aprendemos. Pero también necesitamos adaptarnos a algunos cambios. Y es probable que en algún momento de este proceso experimentemos eustrés en pequeñas dosis.
Ayuda psicológica para la gestion del estres
En ocasiones, también es fundamental pedir ayuda para superar el motivo de una preocupación. A veces, el afectado no consigue generar un cambio significativo, a pesar de desearlo, y necesita contar con ayuda especializada para vivir este proceso. En Centro Cemi tenemos una amplia experiencia y somos especialistas en gestión del estrés en adultos.
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